sábado, 12 de noviembre de 2011

Solos, abandonados al amor

Y él, él pensaba que su amor se le había acabado, que se le había agotado, que ya no miraba de la misma manera, que su risa sonaba diferente, hasta ella parecía distinta, ya no era tan inocente, ya no era tan dulce, ya no era ella, y él no sabía si podría quererla de la misma manera, porque él estaba seguro de que ella ya no le quería. Pero no era así, ella no había dejado de quererle nunca, nunca podría dejar de quererle, pero él no lo sabía. Lo que había pasado era que ella había perdido algo en su interior, y no era el amor, algo se había perdido, y había dejado espacio al vacío, uno inmenso, uno que no podía soportar, y su mirada distinta no era más que el reflejo de unos ojos tristes, en su risa se podía oír el eco del dolor. Ella arrastaba consigo una pena que no podía tener, que no debía tener, y que la condenaba día tras día, se sentía ahogada con cada noche que llegaba, le faltaba el aliento al ver la lluvia golpear su cristal. Todas las esquinas le susurraban lo que había perdido. Lo que perdió aquel día de verano que decidió marcharse, ese día ni el sol consiguió secar sus lágrimas. Ella se fue y decidió romper con todo, con las promesas que le hizó una tarde en su cama, en la que le dijo que se quedaría con él para siempre, aquella tarde en la que le dió el más sinceros de síes más con el corazón que con los labios, sus ojos le gritaban te quiero. Nunca había sido tan feliz, era algo que nunca sabrá explicar. Como tampoco le saldrá explicar lo que sentía cuando sus manos la rozaban, su boca le acariciaba y sus ojos la miraban solo a ella, su ella pura, única, su niña, su todo. Todo que acabó de una manera tan burda, como acabar una noche de lujo en alguna taberna de whisky barato, se merecían algo mejor, se merecían no tener final, y de tenerlo, que al menos fuera feliz.
Ahora ya no, ya no hay sonrisas, ya no hay ilusión, ya no hay besos y abrazos como los que ellos se daban. Y aunque sabe que no cambiará de opinión no hay día que pase sin que se arrepienta de haberse marchado haberse ido lejos de él, y haberse dejado a ella misma allí.

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