Todos, cuando somos pequeños esperamos un beso. Esperamos nuestro primer beso. Yo era diferente, ¿cómo no serlo? y por eso no esperaba el primer beso, esperaba El Beso, ese que me hiciera volar por encima del suelo y su sabor durara hasta el día siguiente, al despertar, y me sacara una sonrisa. Ese sería el beso con el que mediría los demás el resto de mi vida.
Tú me diste ese beso.
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