El agua se escapa entre mis dedos, y solo los deja mojados, para recordarme de que ha pasado por ahí.
Se desliza por cada uno de ellos como esa bebida por el suelo de mi habitación hasta llegar a mis pies descalzos. Como azúcar en un plato llano. Como tus manos por mi cintura. Como mis manos por tu cintura.
Se esconde tras mis uñas, y no se quiere quedar conmigo, un rato más.
Las palabras empiezan a deslizarse por mi cabeza. Tu nombre recorre mi frente, pasa por mi mejilla, mi cuello, atraviesa toda mi espalda y empieza a bajar por mis piernas. Y cuando está apunto de rozar el suelo, cierro los ojos, y empieza a subir.
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